Ayudan a relajar al ganado y al trabajador para la faena, así sea un simple cambio de potrero no olvidemos que el ganado se condiciona con estimulos positivos.
El ganado confía en nosotros, se conduce no se arrea con caballos o perros, se llama cantándole y cuando están en el corral nos bajamos del caballo, para hacer en el menor tiempo posible la labor.
Los corrales deben tener pisos que no lastimen los animales, secos, preferiblemente el corral en forma circular, sin clavos a la vista, la linea de trabajo sin luz a los lados ayuda a que el animal avance buscando la luz, las puertas y brete no deben sonar fuerte.
Sin gritos, sin palos, sin golpes, pero con la voz y un canto criollo vamos domando el ganado.
Los accidentes suceden cuando olvidamos que el ganado siente y se defiende si se siente atacado, ellos se mueven seguros y tranquilos cuando van en manada, respetando su línea de fuga 3 o 4 metros.
La ganadería tiene un reto que es el bienestar animal, si mostramos que el ganado cuando nos ve no huye, que atiende cuando lo llamamos, que no son maltratados, que no tiene mosca y garrapata, que tiene comida abundante, agua, sombra, un sitio seco para dormir y rumiar, no sólo vamos a ganar consumidores sino que vamos a ganar en todos los indicadores productivos.
Buscamos restablecer la conexión de la ciudad con el campo, por eso debemos mostrar sensibilidad a la hora de producir.
Disney Baquero
Ganadera regenerativa
Llanera por adopción
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